Llega el buen
tiempo a Sanlúcar de Barrameda, días de largos atardeceres llenos de colores,
azules y dorados, tiempo caluroso y fresco en la tarde. Es la temperada
perfecta para la maduración de uno de nuestros manjares, es tiempo mimar
nuestro sello de identidad, nuestra MANZANILLA.
Con la llegada
del verano y las altas temperaturas, llega el tiempo de maduración, de un fruto
milenario que unos siglos atrás fue transformado en lo que hoy conocemos como
nuestra MANZANILLA. De color dorada y de aroma fuerte e intenso, la MANZANILLA
es quizás uno de los vinos más curiosos que puedan degustarse. La MANZANILLA
nace, pero nunca muere, su madre perdura en el tiempo y es una eternidad echa
flor, tan arraigada en nuestra tierra que es incapaz de emigrar, y solo en Sanlúcar
de Barrameda la MANZANILLA es capaz de madurar.
Bodegas con
siglos de solera y otras con tanta historia, pero todas con una cosa en común,
la crianza de este preciado caldo que comienza con su vida en el campo, en
tierras de albariza. Todo comienza cuando los viñedos nos regalan una magnifica
variedad de su fruto, la Palomino Fina,
una uva quizás no tenga una alta belleza exterior, pero eternamente bella en su
corazón. A mediados del mes de Agosto, cuando quizás nuestra MANZANILLA sea
descubierta por los paladares más remotos en las frescas tardes veraniegas, es
recolectada por esos fuertes jornaleros. A pleno sol y con un gran esfuerzo
llega el fruto a las bodegas, donde es recibida de forma de forma urgente, pues
la MANZANILLA ya ha comenzado de forma natural su proceso. Llega el momento de sacar
el jugo, que será almacenado en grande vasijas para comenzar su proceso,
proceso que finalizará una vez llegue el otoño. Es por allá por el mes de Noviembre cuando el caldo
va tomando su forma y en forma de mosto, la cosecha del año puede ser
degustada, siendo entonces la mejor cata donde decidir la calidad de la temporada.
De esas enormes vasijas pasan a las gradas, aquellas botas colocadas de forma
escalonadas donde cada una tiene su función, y donde entra en funcionamiento la
tradicional crianza en soleras, donde pasaran el duro invierno, donde poder
reposar en la más estricta tranquilidad, a la luz de la penumbra y de las
noches de tormenta. Llegan los olores, incienso, azahar, a brisa del mar y a
fresca primavera, llega el tiempo de jolgorio y fiestas populares, donde la
MANZANILLA toma su trono y gobierna en cada rincón de las ferias.
Ese es el proceso
que cada año desde hace ya cientos, en el que este preciado caldo de color
dorado, toma su nombre, el de MANZANILLA, única e inimitable, tan difícil de
criar fuera de nuestra tierra que ni siquiera la industria china ha sido capaz
de copiar ni siquiera.
¡¡¡
FELIZ DÍA DE LA MANZANILLA ¡¡¡
Sanlúcar de Barrameda, 30 de Junio de 2016.
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