Hay momentos del día en que el cuerpo te pide algo de
aventura, y así me pidió a mí el cuerpo esta tarde. Sin pensarlo y sin preparar
nada, cogí parte de mi equipo y salí dirección a la playa, con mucho frío pero
al a playa, en busca de esta ansiada aventura.
Sin dudar un
momento y recién llegado de su entrenamiento diario, mi amigo Manuel Saenz, se unió
a la aventura siendo el modelo que iba a necesitar para hoy. Llegamos aproximadamente
a las 18:30 de la tarde, justo cuando el sol iba cayendo por el horizonte y
mientras preparaba la cámara y demás artilugios, el sol fue desapareciendo como
si el mar se lo tragara. Mas frio, según se fue acercando las 19:00 horas, la cual
sería la hora adecuada para lo que pretendíamos hacer esta tarde noche.
Nos pusimos manos
a la obra y mientras que hicimos los primeros ajuste de parámetros, llego
Marina, novia de Manuel que tenía curiosidad de que fotos haríamos, así que ya teníamos
el disparador inalámbrico que necesitábamos y que funcionó perfectamente. Tras varios
intentos y varias tomas de prueba, empezamos a quemar lana de acero, lo que suele ser igual a
estropajo de aluminio que utilizaban nuestras abuelas para fregar esas grandes
ollas. Hoy como anécdota, solo puedo deciros una cosa, cuidado que la lana de
acero cuando entra en contacto con una fuente de ignición sin darte cuenta
arte, y así el pantalón y demás prendas.
Gracias Manuel y Marina por acompañarme en esta agradable
pero fría tarde noche.
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